El pasado 28 de marzo, un terremoto de magnitud 7.7 sacudió Myanmar, causando la muerte de más de 3,000 personas y dejando a miles sin hogar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre un alto riesgo de brotes de cólera en las zonas afectadas debido al daño en los sistemas de saneamiento y la falta de acceso a agua potable.
Elene Vuolo, jefa adjunta de la OMS en Myanmar, señaló que la llegada del verano en abril, con temperaturas que pueden alcanzar hasta 42 grados Celsius y escasas lluvias, podría agravar la escasez de agua potable, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera.
Además del cólera, la OMS ha expresado preocupación por posibles brotes de malaria, dengue y hepatitis debido a las condiciones insalubres y la destrucción de infraestructuras sanitarias. Se estima que alrededor de 7.3 millones de personas han sido afectadas por el desastre, con al menos tres hospitales destruidos y 22 dañados.
La comunidad internacional ha respondido enviando suministros médicos y asistencia humanitaria para apoyar a las poblaciones afectadas y prevenir la propagación de enfermedades.
