La Cámara de Diputados aprobó una reforma histórica que prohíbe el cultivo y la importación de maíz transgénico en México. Esta decisión, respaldada por organizaciones ambientalistas y defensores de la soberanía alimentaria, busca proteger la biodiversidad del país y garantizar la preservación de las variedades nativas de maíz, consideradas patrimonio cultural y alimentario.
La reforma modifica la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados. La nueva legislación establece sanciones para quienes incumplan la prohibición y promueve el uso de semillas nativas y prácticas agrícolas sostenibles. Además, se enfoca en proteger a los pequeños productores rurales, quienes han sido los principales guardianes de las variedades tradicionales de maíz.
México es considerado el centro de origen del maíz, con más de 60 variedades nativas. La introducción de maíz transgénico representa un riesgo para la diversidad genética y podría afectar los ecosistemas locales. Organizaciones como Greenpeace y la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad han celebrado la medida, destacando su importancia para la conservación del medio ambiente y la cultura mexicana.
Aunque la reforma ha sido aplaudida por sectores ambientalistas, algunos grupos empresariales y representantes de la agroindustria han expresado su preocupación. Argumentan que la prohibición podría afectar la competitividad del sector agrícola y aumentar los costos de producción. Sin embargo, los defensores de la reforma insisten en que la protección del maíz nativo es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
La reforma ahora pasa al Senado para su discusión y posible aprobación. De ser ratificada, marcaría un hito en la política agroalimentaria de México, reafirmando el compromiso del país con la sostenibilidad y la defensa de sus recursos naturales. Mientras tanto, organizaciones civiles y científicos continúan monitoreando el proceso para asegurar que se prioricen los intereses de las comunidades rurales y el medio ambiente.