SpaceX finalizó la sexta prueba del Starship, el mayor cohete espacial jamás construido, con éxito, bajo la mirada atenta del consejero delegado de la empresa aeroespacial, Elon Musk y el presidente electo de EE.UU., Donald Trump.
El Starship aterrizó intacto, a pesar de haber perdido parte del material protector que recubría al cohete durante el descenso.
A diferencia del quinto lanzamiento, en esta ocasión los ingenieros de SpaceX decidieron no intentar recuperar el cohete propulsor de la nave -conocido en inglés como ‘Super Heavy’- sino que lo dejaron caer sobre el golfo de México.
Los ingenieros de la compañía aún no han explicado por qué se dio esta diferencia entre este lanzamiento y el anterior, y en las imágenes transmitidas en vivo se observó como el propulsor cayó lentamente sobre el océano, provocando una nube de humo al tocar el agua.